Impacto de la Crisis de la Vivienda en la Salud Mental

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Hace unos meses nos contactó David Magán, un estudiante de Periodismo de la UC3M para hacer una entrevista sobre el impacto que estaba teniendo la crisis de la vivienda en la salud mental mental de la población que atendíamos en consulta. Y os queríamos compartir por aquí las respuestas que dimos a las preguntas que él nos formuló porque creemos que puede invitar mucho a la reflexión. Además nos parece muy importante que cada vez más se de visibilidad a la salud mental, y creemos que esta entrevista es una prueba más de ello 🫂🧠

1. ¿Qué relación encontráis entre la dificultad de acceso a una vivienda y salud mental de las personas? ¿Es algo habitual que a las personas les afecte la crisis de la vivienda a su salud mental? 

El acceso a una vivienda digna y estable está profundamente relacionado con el bienestar mental. Es mucho más común de lo que se percibe; en consulta, vemos cómo la dificultad para conseguir un hogar independiente genera altos niveles de estrés, frustración y ansiedad

Así mismo, la incertidumbre sobre un aspecto tan básico como el lugar donde vivir afecta la autoestima, el estado de ánimo y la capacidad de planificación de futuro. La falta de un espacio propio limita también la privacidad y el descanso, ambos imprescindibles para la salud mental.

2. ¿Cuáles son los problemas de salud mental más comunes que observáis en las personas con problemas de acceso a la vivienda? 

Los problemas de salud mental más habituales en estas personas son la ansiedad y la depresión. Muchos pacientes nos expresan sentimientos de desesperanza, baja autoestima y una percepción de estancamiento vital. La crisis de la vivienda y económica también lleva a una sensación de pérdida de control, que intensifica estos síntomas.

3. ¿Cómo puede afectar esta situación al entorno familiar (niños) y de pareja?

El estrés que genera el problema de la vivienda afecta de manera significativa tanto a las relaciones familiares como a las de pareja.

En el caso de las familias con hijos, las preocupaciones económicas de los padres suelen generar conflictos y tensiones que impactan directamente en el bienestar emocional de los niños. Estos, al crecer en un ambiente de incertidumbre, pueden desarrollar problemas emocionales, ansiedad o inseguridad. De hecho, observamos en muchos adolescentes un sentimiento de culpa relacionado con el dinero, ya que perciben que representan una carga económica para sus padres.

Por otro lado, en las parejas, la convivencia en espacios reducidos con poca privacidad, o incluso el aumento de casos en los que, tras una separación, las parejas se ven obligadas a seguir compartiendo hogar debido al alto coste de la vivienda, genera conflictos constantes. Esto no solo afecta la salud mental de ambas partes, sino que también crea un ambiente de tensión que repercute en los hijos cuando estas discusiones tienen lugar frente a ellos.

Además, las limitaciones económicas impactan profundamente en los proyectos de vida de nuestros pacientes. Muchos adultos mayores de 30 años nos expresan que han pospuesto o incluso abandonado sus planes de tener hijos debido a que la situación económica no se lo permite, lo que les genera tristeza y un sentimiento de pérdida.

4. En este contexto, ¿se están observando síntomas diferentes en las personas más jóvenes? ¿Lo afrontan mejor o peor que personas en una edad más avanzada?

La situación actual afecta de forma distinta a los jóvenes y a los adultos de edad más avanzada, pero en ambos casos genera un impacto significativo en su salud mental. En el caso de las personas jóvenes, que están en una etapa de búsqueda de independencia, se enfrentan a una frustración profunda al ver cómo sus aspiraciones de emancipación se ven constantemente truncadas. Esto afecta directamente a su autoestima y a su sensación de control sobre sus vidas. Aunque las generaciones más jóvenes han crecido con esta realidad, la acumulación de obstáculos como la inestabilidad laboral, la dificultad para acceder a una vivienda digna y la falta de apoyo financiero genera un profundo sentimiento de ansiedad, inseguridad y, en muchos casos, una percepción de estancamiento personal.

Por otro lado, las personas de mayor edad que se encuentran en una situación similar enfrentan barreras adicionales. A menudo, ya no se les conceden préstamos o facilidades económicas, lo que incrementa su sensación de vulnerabilidad y de exclusión.

En nuestra sociedad, se ha tendido a trivializar😤 problemas tan graves como la vivienda, especialmente en el caso de los jóvenes, presentando la situación como si fuese una elección o una moda, con términos como «coliving« o el estilo de vida nómada y viajero. Sin embargo, lo que escuchamos de nuestros pacientes refleja una realidad completamente distinta: no se trata de una elección, sino de una imposibilidad real de acceder a una vivienda digna, algo fundamental para alcanzar la estabilidad y una mejor calidad de vida.

5. ¿Qué papel crees que deberían jugar las instituciones y el sistema sanitario en esta crisis?

Es fundamental que las instituciones comprendan la relación directa entre vivienda y salud mental. Necesitamos políticas que garanticen el acceso a una vivienda digna y asequible, ya que mejorar la salud mental pasa por asegurar necesidades básicas.

Así mismo, el sistema sanitario debería incorporar la dimensión social de los problemas psicológicos, adoptando un enfoque preventivo y comunitario. No basta con tratamientos médicos; es necesario ofrecer apoyo social y orientación que aborden la raíz de las dificultades, muchas veces relacionadas con los problemas sociopolíticos que enfrentan las personas.

6. ¿Cuáles son los primeros síntomas de una persona que sufre las consecuencias de la crisis de la vivienda?

Ya que estas dificultades a menudo se asocian a ansiedad y depresión o problemas emocionales, podríamos decir que los primeros síntomas que se suelen observar suelen ser insomnio, irritabilidad, preocupación constante debido a la incertidumbre. También observamos una pérdida de motivación e interés en actividades que antes disfrutaban y una constante sensación de agotamiento mental. Y otros síntomas como: desesperanza, sensación de estancamiento vital, pesimismo, frustración e impotencia.

7. ¿Hasta qué punto la falta de vivienda estable podría desembocar en la práctica de otras conductas de riesgo para la salud, como el abuso de sustancias?

La falta de una vivienda estable crea un contexto de vulnerabilidad, donde las personas pueden buscar aliviar su malestar de manera rápida. En este escenario, es común que recurran al consumo de alcohol o sustancias como forma de escape, ya que estas les permiten evadir temporalmente la angustia y la ansiedad que experimentan.

Además, observamos una tendencia preocupante hacia la medicalización excesiva de estas dificultades, dado que la medicación resulta más accesible económicamente que la psicoterapia. Si bien los antidepresivos o ansiolíticos pueden ofrecer un alivio inicial, no abordan las causas subyacentes de este malestar. Como consecuencia, en algunos casos, esto puede desembocar incluso en adicciones a los psicofármacos, perpetuando el ciclo de vulnerabilidad. Además, hay un preocupante consumo de psicofármacos en España 🇪🇸.

8. ¿Creéis que hay suficiente conciencia pública sobre el vínculo entre la vivienda y la salud mental, o es un tema que aún necesita visibilidad?

Aunque se habla cada vez más sobre la importancia de la salud mental, la relación entre vivienda y bienestar psicológico sigue siendo un tema que necesita más visibilidad y que no se tome como «una moda». La vivienda digna es un derecho fundamental, y es necesario que la sociedad entienda que afecta profundamente al equilibrio emocional y psicológico.

9. ¿Os llega gente que tiene miedo a emanciparse para no enfrentarse a este problema?

Sí, recibimos a muchas personas, tanto jóvenes como adultos, que retrasan su emancipación por miedo a no poder sostener económicamente una vida independiente. A menudo escuchamos frases como: “No me independizo porque no quiero tener que volver a casa”, lo que refleja el temor real a fracasar en el intento.

Este miedo no solo afecta la decisión de emanciparse, sino que también lleva a postergar otros proyectos de vida importantes, como tener hijos, debido a la incertidumbre sobre la posibilidad de mantener una familia. La inseguridad económica y la falta de acceso a una vivienda asequible generan un impacto profundo, reduciendo la sensación de autonomía y alimentando una constante sensación de inseguridad.

10. ¿Es un problema que viene de lejos en España o, por el contrario, surge en los tiempos actuales? ¿Es cada vez más común?

Este problema tiene raíces profundas, pero se ha intensificado en los últimos años con la subida de los precios de la vivienda y los alquileres. En la actualidad, es cada vez más común, y la sensación de incertidumbre y frustración se ha convertido en una constante para muchos de nuestros pacientes.

En terapia, a menudo repasamos «líneas de vida» con ellos, y es frecuente que mencionen cómo cada crisis importante en España, como la del 2008 o la del COVID, les ha afectado emocionalmente a ellos y a sus familias. Estas experiencias han dejado huellas significativas, conectando el impacto económico con un profundo malestar emocional.

11. ¿Qué recomendaciones ofrecéis a las personas que acuden a terapia y que están afectados por la crisis de la vivienda?

Cada caso que acude a nuestra consulta es un mundo, y tenemos objetivos personalizados en función de las necesidades de cada persona y no damos recomendaciones generales, pero centrándonos en este tema relacionado con la crisis de la vivienda, algunas de las recomendaciones que solemos dar son las siguientes: 

  • Estrategias para la gestión de la ansiedad y manejo del estrés.
  • Manejo de la incertidumbre, la frustración, impotencia y sentimiento de injusticia. 
  • Identificar los factores que pueden controlar y a enfocarse en ellos.
  • Promover el autocuidado.
  • Técnicas para mejorar su descanso. 
  • También fomentamos la búsqueda de redes de apoyo. 
  • Pautas de comunicación para familias y parejas.
  • Orientación para encontrar recursos sociales en los casos que lo necesitan.

Sin embargo, cada persona es un mundo, no a todos nos funciona lo mismo y tanto los objetivos de la terapia como nuestra forma de intervenir como profesionales, siempre deben adaptarse a lo que necesita cada persona. 

12. ¿Cómo puede una persona manejar el sentimiento de injusticia o impotencia al ver que, a pesar de su esfuerzo, no puede acceder a una vivienda?

Es fundamental validar ese sentimiento y reconocer que no se trata de una falta de esfuerzo personal, sino de barreras sociales y económicas que escapan al control individual. En terapia, trabajamos con nuestros pacientes para que enfoquen su atención en aquello que sí pueden controlar en su día a día, ayudándoles a construir un sentido de logro en otras áreas de sus vidas. Esto contribuye a fortalecer su autoestima y a reducir la sensación de impotencia.

También les animamos a evitar compararse con otras personas de su entorno, ya que cada uno enfrenta circunstancias vitales únicas. Fomentar esta perspectiva ayuda a gestionar mejor el malestar emocional y a encontrar formas de avanzar, incluso en un contexto adverso.

Reflexión final sobre la Crisis de la Vivienda y la Salud Mental

Gran parte de los problemas de salud mental de nuestros pacientes surgen de su relación con el entorno, no de causas intrínsecas. La psicoterapia les brinda apoyo emocional y estrategias de afrontamiento, pero si realmente queremos mejorar la salud mental en nuestra sociedad, el acceso a necesidades básicas, como una vivienda digna, es fundamental. La psicoterapia es una ayuda en estos procesos tan complicados, pero la salud mental debe ir acompañada de una base de derechos básicos 🤍

 

Autoras:

Jessica Moraleda y Olga Jastrzebska

Directoras de Enlaza Psicología

Psicólogas Sanitarias